Cuando en clase se mencionó que Scorpio Rising pavimentó el camino para que Lynch tuviera el éxito que tuvo con Blue Velvet, me dio mucha curiosidad saber por qué, y fue una grata sorpresa, que, en menos de un minuto del filme corriendo, fuera muy claro.
Los rudos bikers arreglándose a sí mismos y a sus motos con las canciones más cheesy del pop de la década pasada (este video se realizó en los 60s y todas las canciones usadas fueron famosas en los 50s) me remitieron inmediatamente al modo en el que Blue Velvet nos arrastra a la parte más fea de la ciudad y nos presenta a toda su fauna de indeseables sociales cantando una canción de Roy Orbison. y además, --a diferencia de Lynch-- nos habla de una actitud demasiado tongue in cheek que intentaba acercar a estos disruptores de las buenas costumbres con la "gente decente", sus valores y gustos de gente decente (simbolizados por las canciones).
[Quiero hacer un paréntesis, además de lo que acabo de mencionar, conjeturo por mi cuenta que en realidad, Kenneth Anger realmente está infatuado con la era dorada americana. Investigando, caí en un documental acerca de su libro Hollywood Babylon, que habla de Hollywood antes y después de la segunda guerra mundial y las mórbidas y truculentas historias y escándalos de las estrellas de la época (gracias a eso ahora sé que James Dean era el cenicero humano). Creciendo en un vecindario donde vivían actores famosos de la época, supongo que todo ese aura de glamour y decadencia formó una parte importante de sus primeros años y marcaría la pauta para lo que haría más adelante]
Justo de aquí creo que parte todo lo que Anger trata de decirnos. Que allá afuera, querámoslo o no, hay cientos de mundos y realidades diferentes, viviendo en el mismo lugar que nosotros, y que las formas alternativas de vivir seguirán existiendo conforme la sociedad quiera seguir homogeneizando a sus integrantes, este acercamiento a las subculturas (con el que también coquetearon John Waters y Warhol en los inicios de The Factory), evolucionó al queer core.
Pienso, sobretodo, que Kenneth Anger sigue siendo (a pesar de tener tantos años de carrera) un film-make underground tanto por convicción propia (además de tener fama de ocultista, es conocido por su aversión a muchos aparatos contemporáneos, como los celulares y las cámaras de video digitales) como por los tabúes con los que coquetea su obra, y si bien, en los 60s era peor visto hacer un cortometraje acerca de una invocación demoniaca (Invocation of My Demon Brother), el panorama en el 2016 no parece ser más afable.